Durante años, la memoria RAM ha sido uno de esos componentes que todos damos por sentado, pequeñas tarjetas verdes que “solo están ahí”, funcionando sin que nadie les preste mayor atención. Pero hoy, casi llegando al año 2026, la RAM se ha convertido en la protagonista inesperada de una historia que mezcla inteligencia artificial (IA), escasez global, precios en alza y un impacto que podría sentirse tanto en grandes centros de datos como en los escritorios de nuestras casas.

Y es que, aunque no lo parezca, estamos entrando en una tormenta que podría cambiar la forma en que compramos computadoras y dispositivos durante los próximos años.

La explosión de la inteligencia artificial no solo cambió el mundo del software: también reventó el mercado de hardware. Cada modelo de IA, cada entrenamiento, cada servidor que alimenta las aplicaciones modernas, requiere cantidades enormes de memoria RAM, especialmente memorias ultra rápidas como HBM (High Bandwidth Memory).

La industria está desviando la producción hacia memorias de alto rendimiento para la IA, dejando a la memoria tradicional —la RAM que usan nuestras laptops y PCs— en un segundo plano. Lo que antes parecía un mercado estable y predecible ahora se ha convertido en un tablero de ajedrez en el que cada movimiento afecta al resto del ecosistema tecnológico.

Empresas como Samsung, SK Hynix y Micron —los gigantes que producen la mayor parte de la RAM del mundo— se encontraron ante una realidad irresistible:

Las grandes compañías de IA están dispuestas a pagar muchísimo más por las memorias especializadas, razón por la cual han decidido priorizar la rentabilidad y no el volumen. Es decir, producir menos RAM “común” y más RAM premium para servidores.

Es un cambio que no sucede de la noche a la mañana… pero que ya se sienten sus efectos: precios que suben y estantes que se vacían.

Esta consecuencia empieza a sentirse en todos lados. Armar una PC ahora cuesta más; ya que la RAM que antes valía 40 dólares puede costar 60 o más. Las laptops nuevas también subirán de precio, porque los fabricantes están pagando más por la RAM y ese incremento termina llegando al consumidor. Incluso las gamas bajas podrían desaparecer, porque fabricar equipos baratos ya no resulta rentable.

La industria intenta adaptarse con nuevas fábricas e inversiones enormes, pero producir semiconductores requiere años. Mientras tanto, muchas empresas están acaparando memorias para asegurar su inventario, lo que solo intensifica la escasez. Estamos en un ciclo en el que todos necesitan más memoria… y cada vez hay menos.

Puede que estemos viviendo el inicio de una nueva era, una en la que la inteligencia artificial redefine la cadena global de componentes. La situación de la RAM es solo el primer síntoma visible, pero afecta a todos: estudiantes, gamers, creadores, empresas y fabricantes.

La tecnología está cambiando, y con ella, la forma en que se produce y se valora el hardware. No es una catástrofe, pero sí un cambio profundo que conviene observar de cerca, sobre todo si piensas actualizar tu equipo pronto. La RAM siempre estuvo ahí, silenciosa e invisible… hasta ahora.

Saludos amigos